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El forastero alto y moreno de mirada melancólica llega a Venecia en una noche oscura y tormentosa de 1816. Le encanta la alegría melancólica de las góndolas y el silencio de los canales. El esplendor de los palacios y la atmósfera extravagante e intemporal que encienden la imaginación y los sentidos hasta la médula. Le intriga esa radiante belleza mediterránea que se mezcla con incandescentes aromas de Oriente. Sensual, refinado, misterioso e inolvidable Byron.