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ROSAMONDA

"Aquella mañana el aire era fresco, aún húmedo por el rocío. La cosecha había terminado, los cestos estaban llenos de rosas brillantes que pedían ser acariciadas. Aquella mañana, por capricho, cogí un puñado de sépalos caídos, con cuidado de evitar las espinas. Me llevé las yemas de los dedos a la nariz y el olor me embriagó. Un viaje olfativo instantáneo, único en los campos de Grasse, al final del día", Fabrice Pellegrin, Perfumista.