Antes de que pronuncies una sola palabra, tu presencia comunica mucho sobre ti: tu ropa, tu peinado… y tu perfume.
Como un traje hecho a medida, una buena fragancia no busca impresionar, sino dejar huella. Susurra elegancia, confianza y carácter.

Fragancias, nuevos objetos de deseo
Desde los faraones egipcios hasta la aristocracia europea, el perfume ha sido símbolo de poder y estatus social. Hoy, vive un nuevo auge como expresión de identidad.
El cuidado personal y la autoafirmación han transformado perfumarse en un gesto cotidiano tan relevante como vestirse bien. Elegir una fragancia comunica cultura y sofisticación. Ya no se trata solo de seducir, sino de construir una identidad a través del lenguaje silencioso del olor.
Tendencias como los perfumes “old money”, con vetiver, cuero y maderas nobles, reflejan ese deseo de proyectar elegancia y exclusividad atemporal.
El perfume comunica cultura y contribuye a construir una identidad a través del lenguaje silencioso del olor.
El perfume como parte del personal branding
La “marca personal” no se limita al outfit: también se construye con el perfume. En entornos profesionales, una fragancia puede transmitir seguridad, liderazgo o refinamiento. Desde los perfiles profesionales junior hasta los altos directivos conocen la importancia de una buena “carta de presentación”.
La fragancia es clave incluso para denotar la presencia femenina en el mundo de los negocios: una nota floral en medio de una sala de juntas con sobrerrepresentación masculina es una reivindicativa llamada de atención.
Al igual que la ropa, el perfume responde a códigos de ocasión: hay esencias que funcionan como un traje oscuro y otras como un vestido de noche.
Mundo laboral
Ellas: cítricos, almizcles y chipres ligeros y flores blancas que inspiran profesionalidad y elegancia.
Ellos: fougère clásicos, vetiver o maderas nobles con ámbar o pachulí para proyectar limpieza y autoridad.
Vida personal
Ellas: notas afrutadas o gourmand que expresan vitalidad y cercanía.
Ellos: especias, incienso y cuero para un toque magnético y seductor; acuáticos o sport para el día a día.
En alza, notas sin género como el sándalo, o las notas lactónicas, reflejan una confianza serena y cálida.
El concepto de “marca personal” va más allá del outfit y sitúa al perfume como un artículo estratégico para comunicar nuestra personalidad y saber estar.

¿Qué revelan las notas de tu perfume?
Escoger una fragancia es elegir cómo quieres ser recordado. A lo largo de la historia, el perfume ha sido un sello personal. Frida Kahlo amaba Shalimar de Guerlain, un perfume ambarado oriental y sensual que reflejaba su personalidad arrolladora. John F. Kennedy hizo de Eight & Bob su distintivo. Y Hailey Bieber se identifica con Fleur Narcotique y Lust in Paradise de Ex Nihilo.
Cada fragancia expresa una parte de nosotros: las personalidades clásicas eligen notas florales, fougère o chipres; mientras que las creativas prefieren notas exóticas o inesperadas como resinas y frutas. Al hacerlo, también abrazamos la narrativa de una marca. Dior, Chanel o Hermès no solo venden perfumes: transmiten valores, estilo e identidad. Elegir uno es hacer nuestra su historia de excelencia, tradición o modernidad.

Respeto olfativo: el arte de perfumarse bien
Expresarse con perfume también implica cortesía. La línea entre seducir y saturar es fina.
Para una entrevista, elige acordes discretos, frescos, que proyecten limpieza y profesionalidad. Para una cena íntima, un oriental especiado puede añadir misterio. El verdadero conocedor no busca el perfume más caro, sino el más adecuado. Porque una fragancia no es solo un olor, es una declaración silenciosa de quién eres.