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Básicos de Perfumería

El nuevo esplendor del cuero en los perfumes: una clase magistral con Rodrigo Flores-Roux

Una tarde gris en Madrid se convierte en el momento perfecto para hablar con Rodrigo Flores-Roux, maestro perfumista de Givaudan y sillón Incienso de la Academia del Perfume, sobre las notas de cuero. Al otro lado del Atlántico, en Nueva York, el día comienza con el mismo tono de primavera indecisa, el clima ideal para prepararse un buen café y hablar de fragancias profundas. <br>

Una tarde gris en Madrid se convierte en el momento perfecto para hablar con Rodrigo Flores-Roux, maestro perfumista de Givaudan y sillón Incienso de la Academia del Perfume, sobre las notas de cuero. Al otro lado del Atlántico, en Nueva York, el día comienza con el mismo tono de primavera indecisa, el clima ideal para prepararse un buen café y hablar de fragancias profundas.

Explorar la historia del cuero en perfumería es realizar un recorrido olfativo repleto de secretos, un terreno tan técnico como evocador. Desde Grasse hasta el Meatpacking District, desgranamos la historia de este acorde con la vista puesta en las tendencias que las grandes firmas de moda han mostrado en las pasarelas, apostando por un estilo cowboy core.

Porque el cuero siempre ha estado presente tanto en la moda como en la perfumería, pero ahora vuelve a tomar protagonismo con un carácter renovado que estamos a punto de descubrirte.

©Dsquared2

©Dsquared2

Más allá del fetichismo, el cuero se reinventa como emblema de sofisticación urbana

“Yo me visto de cuero todos los días, aunque el cuero en perfumería no es cuero literal”, sostiene Rodrigo Flores-Roux. Amante de los cítricos —ha conquistado al mundo entero con el delicado Neroli Portofino, de Tom Ford, y sumado un sexto premio FiFi con L’Or de Louis para Arquiste, por citar solo un par de referencias—, sin embargo, la nota de cuero tiene un lugar destacado en su paleta olfativa. Su obra perfumística se define por un uso expresivo de las materias primas y una sensibilidad que convierte cada fragancia en una historia.

Hablar de cuero con Flores-Roux es casi obligado y necesario. Su profundo conocimiento sobre la historia de la perfumería y su verdadera pasión por esta nota olfativa le convierten en un guía excepcional para descubrirnos sus secretos.

“Hay un gran interés por la tendencia vaquera, por revisitar el urban cowboy”, explica. Y, en efecto, en las colecciones de hombre las propuestas de Dsquared2 han llamado mucho la atención. El desfile otoño/invierno 2025-26, que coincidía con el 30º aniversario de la marca, ha supuesto una de las puestas en escena más icónicas de su historia. “Los diseñadores han jugado con la mitología gay a través de tres figuras: el leather man, el construction worker y el vaquero”, relata.


©Yves Saint Laurent

©Yves Saint Laurent

Rodrigo destaca también la nueva colección masculina de YSL en la que ha estado muy presente el cuero. Unas botas altas, hasta la ingle, han llamado poderosamente la atención.

Las botas moteras, el cuero relacionado con el mundo del motociclismo está haciéndose igualmente visible en el mundo de la moda. “Rosalía lo ha utilizado como recurso en su última gira”, indica.

Asimismo, encontramos perfectos de cuero en todos los diseñadores: Tom Ford, Yves Saint Laurent, Céline…

Está claro. El cuero está de moda; también, en la perfumería. Ya sea por nostalgia, rebeldía o por reivindicación estética, el cuero ha vuelto a convertirse en una de las notas más deseadas en las fragancias.

“Yo me visto de cuero todos los días, aunque el cuero en perfumería no es cuero literal”, revela el perfumista Rodrigo Flores-Roux.

El Olfato, Jan Brueghel el Viejo, ©El Prado

El Olfato, Jan Brueghel el Viejo, ©El Prado

El cuero en la perfumería, un acorde con historia

Para Rodrigo Flores-Roux, el interés actual por las notas acueradas no es una moda pasajera, sino una vuelta a territorios olfativos con historia y carácter.

“Hay un interés perfumístico por explorar notas acueradas y animálicas”, explica. Tradicionalmente, cuando hablamos de cuero en perfumería, nos referimos a un tipo de acorde que llamamos Cuero de Rusia. Este término se ha incorporado al vocabulario perfumístico gracias al perfume Cuir de Russie, de Chanel, entre otros. Representa el olor de las botas de los rusos, que se curtían con resinas y alquitranes de abedul. Tiene un olor muy específico, ahumado.

Pero la conexión del cuero con la perfumería tiene raíces más antiguas. “Cuando Catalina de Médici se casó con el rey de Francia en el siglo XVI, llevó consigo a su corte, entre la que se encontraban sus curtidores de cuero y sus guanteros que producían guantes perfumados”, narra. Parte de su séquito se instaló en Grasse, donde la necesidad de perfumar los guantes y cubrir el olor de las pieles impulsó la floreciente industria de las esencias. De ahí nacería —casi sin saberlo— el epicentro de la perfumería moderna.

Este imaginario olfativo se incorporó a la perfumería a partir de la segunda mitad del siglo XIX, con la introducción del aceite esencial empyreumático, una materia prima que se obtiene al destilar alquitrán de abedul. Su carácter quemado, profundo, con matices animales, lo convirtió en la base de algunos perfumes icónicos. “Cuir de Russie, de Chanel, o Knize Ten fueron dos pioneros en hacer del cuero un emblema de sofisticación y lujo”, señala. <br>

El alquitrán de abedul sigue usándose hoy en día, aunque en dosis más medidas y bajo nuevas regulaciones. Por ejemplo, Flores-Roux menciona dos ejemplos concretos: “En los años 80, perfumes como Bel Ami, de Hermès, o Derby, de Guerlain, utilizaron acordes de cuero muy marcados, sobre todo en composiciones masculinas”. <br>

Existe además una variante del clásico cuero ruso conocida como Cuir de Espagne o Peau d’Espagne. El concepto es similar, aunque en lugar de alquitrán de abedul, en las tañerías tradicionales se utilizaba aceite esencial de cade, un tipo de ciprés quemado. El perfumista lo menciona como uno de sus ingredientes recurrentes: “Lo utilizo muchísimo. En muchos de mis perfumes lo incluyo en trazas. En una fragancia floral, por ejemplo, añade una riqueza inesperada”. <br>

Este imaginario olfativo se incorporó a la perfumería a partir de la segunda mitad del siglo XIX, con la introducción del aceite esencial empyreumático, una materia prima que se obtiene al destilar alquitrán de abedul. Su carácter quemado, profundo, con matices animales, lo convirtió en la base de algunos perfumes icónicos. “Cuir de Russie, de Chanel, o Knize Ten fueron dos pioneros en hacer del cuero un emblema de sofisticación y lujo”, señala.

El alquitrán de abedul sigue usándose hoy en día, aunque en dosis más medidas y bajo nuevas regulaciones. Por ejemplo, Flores-Roux menciona dos ejemplos concretos: “En los años 80, perfumes como Bel Ami, de Hermès, o Derby, de Guerlain, utilizaron acordes de cuero muy marcados, sobre todo en composiciones masculinas”.

Existe además una variante del clásico cuero ruso conocida como Cuir de Espagne o Peau d’Espagne. El concepto es similar, aunque en lugar de alquitrán de abedul, en las tañerías tradicionales se utilizaba aceite esencial de cade, un tipo de ciprés quemado. El perfumista lo menciona como uno de sus ingredientes recurrentes: “Lo utilizo muchísimo. En muchos de mis perfumes lo incluyo en trazas. En una fragancia floral, por ejemplo, añade una riqueza inesperada”.

“Cuir de Russie, de Chanel, o Knize Ten fueron dos perfumes pioneros en hacer del cuero un emblema de sofisticación y lujo”, señala Rodrigo Flores-Roux.

El cuero en la perfumería moderna

El cuero en la perfumería moderna

Este tipo de notas ahumadas, ligadas a la madera y al cuero, evolucionaron en el siglo XX con el descubrimiento de nuevas moléculas sintéticas. En la década de 1920, los perfumistas comenzaron a experimentar con una nueva familia de moléculas: las quinoleínas, sustancias que evocaban el olor de la madera quemada, la tierra húmeda, incluso ciertas raíces. Entre ellas destacó una en particular: la isobutilquinoleína –también conocida como isobutil quinolina–, que despertó un gran interés por su carácter oscuro, seco y con resonancias animales, algo radicalmente moderno para la época.

“Una de las primeras grandes aplicaciones de esta molécula fue obra de la casa De Laire, en Grasse, que desarrolló una base mítica al mezclar isobutilquinoleína con generosas dosis de violeta y musgo”, recuerda Flores-Roux. El resultado fue el célebre Musgo de Sajonia (Mousse de Saxe), una de las construcciones más influyentes en la historia de la perfumería. Esa base fue la columna vertebral de muchos perfumes icónicos durante décadas y aún hoy se estudia como ejemplo de equilibrio.

Rodrigo despierta mi curiosidad sobre esta base terrosa y oscura e, investigando, descubro que la Mousse de Saxe no era la única. Coexistió con la Mousse de Crète (Musgo de Creta) y la Mousse de Chypre (Musgo de Chipre). Las tres giran en torno al musgo de roble como columna vertebral e interpretan sensaciones terrosas y resinosas jugando con notas acueradas, animálicas y balsámicas. De ahí la conexión entre los perfumes acuerados y la familia chipre.

El perfumista señala que es una base que lo cambia todo: “No tiene nada que ver con el cuero ahumado del alquitrán de abedul o de cade. Esto es otra cosa: más abstracto, más conceptual, más emocional. Una invención”.

El punto de inflexión llega en 1922, cuando Ernest Daltroff, fundador de la casa Caron, lanza el mítico Nuit de Noël. En este perfume, utiliza la Mousse de Saxe en una dosis altísima —en torno al 10%—, algo inusual en aquella época. Esa decisión no solo dotó al perfume de un fondo inconfundible, oscuro y polvoriento, sino que inauguró una nueva forma de entender el acorde de cuero, mucho más estilizado, más intelectual. Era un cuero que no olía a curtido, sino a raíz. “Hay quien dice que recuerda al olor de la patata cruda”, apunta Rodrigo generando sorpresa. “También tiene un punto amargo que conecta muy bien con el vetiver o el pachulí”.

Dos perfumes que destacan con personalidad propia son Tabac Blond, de Caron (1919), y Habanita, de Molinard (1921), que rompen el carácter empolvado y avainillado con el aroma del tabaco y del cuero, dos notas que siempre van de la mano.


“Llegados al siglo XX, el acorde de cuero no tiene nada que ver con el cuero ahumado del alquitrán de abedul o de cade. Es otra cosa: más abstracto, más conceptual, más emocional. Una invención”, expone Flores-Roux.

El cuero se vuelve una abstracción en la perfumería

El cuero se vuelve una abstracción en la perfumería

Durante todo el siglo XX, la perfumería incorporó las moléculas de síntesis como símbolo de progreso y libertad creativa.

En los años 40, la isobutilquinoleína marcó una estética rupturista. La perfumista Germaine Cellier la empleó en altas concentraciones en Bandit (1944), para Robert Piguet. El resultado fue un perfume salvaje, creado en plena Segunda Guerra Mundial, que olía a cuero, a tierra removida… “Es un olor violento que recuerda un poco al olor de la pólvora”, confiesa Flores-Roux.

En perfumería masculina, su uso ha sido muy evidente. Aparece en composiciones clásicas como Aramis, de Estée Lauder; Drakkar Noir, de Guy Laroche; Polo, de Ralph Lauren; Chanel Antaeus o Terre d’Hermès. Todos ellos comparten ese fondo seco, oscuro, a veces terroso, que delata la presencia de la quinoleína.

También hay ejemplos en la perfumería femenina porque es una nota que “da nervio”. La encontramos, por ejemplo, en Trèsor, de Lancôme, una fragancia suave, almizclada y frutal que, gracias a dicha molécula, adquiere un contrapunto acuerado, apenas perceptible, pero suficiente para dotarla de profundidad. Otro caso sería Chanel No 19, un perfume verde, floral, con mucho lirio de Florencia. “De ahí la conexión con el vetiver y la base Musgo de Sajonia”, puntualiza.

Su versatilidad es tal que este acorde continúa siendo protagonista. En Rose & Cuir (2019), de Frédéric Malle, Jean-Claude Ellena utiliza el acorde de cuero en dosis importantes, creando una combinación insólita entre la suavidad de la rosa y una estructura que gira hacia derroteros más oscuros a través del cuero, el vetiver y el cedro.

¿Por qué vuelve la nota de cuero a los perfumes?

¿Por qué vuelve la nota de cuero a los perfumes?

“Un perfume acuerado es por antonomasia parte de la familia de los chipre. Vetiver, pachuli, nota de cuero y musgo siempre van juntas porque combinan muy bien. Son notas que tienden a oler a tierra, a raíces, tienen una tonalidad cuero”, explica Flores-Roux. “Palo de guayaco, notas de humo, alquitranes, vetiver, rizomas de lirio florentino y pachulí se utilizan en perfumes con notas de cuero porque son notas terrosas”, prosigue.

¿Cómo se crea el olor del cuero? “El olor característico del cuero no se puede reproducir en perfumería de manera fidedigna”, aclara el perfumista. ¿La razón? El cuero es una “materia viva” y, como tal, su olor varía con el tiempo, el uso, el entorno y el tratamiento. “Despide una serie de moléculas que no podemos aislar”, determina.

Por eso, cuando en perfumería hablamos de notas de cuero, no estamos hablando de una extracción literal del material, sino de una construcción olfativa: un acorde inspirado en el imaginario del cuero ya sea el de las botas rusas o los guantes perfumados de Grasse o la ropa de motociclista en la actualidad.

En palabras del perfumista: “En realidad, las notas de cuero no huelen a cuero en sí, sino a una referencia histórica del cuero”.

Hoy, los acordes de cuero se reescriben desde nuevas perspectivas más limpias y sutiles. “Si se exagera mucho, nos vamos inevitablemente a una nota referencial, casi vintage”, apunta Rodrigo Flores-Roux; es decir, a ese cuero denso que remite al pasado con toda su carga cultural.

“El cuero aporta contraste y tensión olfativa”, explica. No es una nota fácil, pero sí tremendamente expresiva. No complace a la primera; es para iniciados, para quienes buscan perfumes que cuenten algo más. Por eso, históricamente ha sido un acorde desafiante.

“En realidad, las notas de cuero no huelen a cuero en sí, sino a una referencia histórica del cuero”, explica el perfumista.

La nota de cuero en la obra de Rodrigo Flores-Roux

La nota de cuero en la obra de Rodrigo Flores-Roux

Utilizar la nota cuero hoy en día exige delicadeza, advierte Rodrigo Flores-Roux: “Si no se dosifica bien, el perfume puede sentirse viejo”. Para evitarlo, en creaciones como Ébène Fumé, de Tom Ford, creó una construcción enfocada en lo espiritual, combinando humo, un toque de quinoleína y acordes que evocan el misticismo del Palo Santo. “Es una manera de usar el cuero de forma más abstracta, más contemporánea”, explica.

Flores-Roux ha trabajado el cuero en muchos de sus perfumes. En la reformulación de Fougère Royal, de Houbigant, por ejemplo, introdujo esta nota para dar cuerpo y profundidad. Y en Bois Pacifique, también de Tom Ford, combinó iris, alquitrán de enebro (junípero) y una dosis medida de quinoleína para construir un cuero etéreo que combina especias y maderas nobles.

Pero quizá uno de los lanzamientos más provocadores esté aún por llegar. Rodrigo Flores-Roux nos adelanta en primicia uno de sus nuevos trabajos para Carlos Huber, creador de la firma Arquiste, que verá la luz durante la segunda mitad del año. Se trata de una fragancia inédita que se inspira en los leather men neoyorquinos de los años 90, cuando en el Meatpacking District hervía la vida de la noche y la rebeldía.

Rodrigo la describe como una composición nocturna, cargada de nostalgia erótica y energía urbana: “Una búsqueda de amor y de cuero en una ciudad salvaje”. Aunque pivota en torno al concepto del oud, no huele a oud tal como lo conocemos, sino a una fantasía moderna hecha de notas acueradas, cuero sintético, botas de motorista y el humo de la Harley Davidson.

Será una fragancia retadora, hipnótica y muy urbana que ya estamos deseando descubrir. Su nombre, aún secreto, promete ser tan evocador como su historia olfativa.

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