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Perfume y Moda: amor a primera vista

Aunque tanto el perfume como la moda tienen una existencia milenaria, su relación no se hizo evidente hasta principios del siglo XX. Hasta entonces, los mundos de la moda y la perfumería habían existido como dos entidades separadas.

Aunque tanto el perfume como la moda tienen una existencia milenaria, su relación no se hizo evidente hasta principios del siglo XX. Hasta entonces, los mundos de la moda y la perfumería habían existido como dos entidades separadas.

Aunque la primera diseñadora que firmara un perfume con su nombre fuera Chanel, con su mítico No. 5 hace ya cien años, no fue ella la primera en crear una línea de perfumes, sino Paul Poiret. Cuando el creador lanzó su colección de perfumes llamada “Les parfums de Rosine”, no tuvo la picardía de darles su nombre, con lo que fue Mademoiselle Chanel quien pasó a la historia como la primera diseñadora de moda con un perfume propio -aunque fuera creación del perfumista Ernest Beaux-.

A partir de entonces, este idilio no ha hecho más que afianzarse. Después de Chanel el resto de grandes diseñadores crearon de forma libre y en algunos casos arbitraria, fragancias en línea con su filosofía creativa y espíritu de marca, hasta nuestros días donde las cosas funcionan de forma muy distinta. Durante la primera década del siglo XX, los perfumes podían ser lo que su creador quisiera y no nacían por una demanda popular. Eran los grandes creadores quienes, decidían lo que las mujeres vestirían y a lo que olerían. Pero a partir de los años sesenta, con la irrupción de los jóvenes en la escena social, tanto perfumes como moda, comenzaron a cambiar para irse acomodando a la forma de ser de los individuos.<br>

La revolución en contra de lo establecido también tocó a la perfumería, comenzaron a surgir perfumes casuales, para el día a día de la mujer trabajadora o para momentos más íntimos y románticos (no olvidemos que la revolución fue también sexual). Por ejemplo, Alliage, de Estée Lauder nació como una fragancia sport, Charlie de Revlon era la fragancia para la mujer urbanita y trabajadora, y para los hombres, los aromas con Musk eran los más socorridos por su carga de sensualidad.<br>

A partir de entonces, este idilio no ha hecho más que afianzarse. Después de Chanel el resto de grandes diseñadores crearon de forma libre y en algunos casos arbitraria, fragancias en línea con su filosofía creativa y espíritu de marca, hasta nuestros días donde las cosas funcionan de forma muy distinta. Durante la primera década del siglo XX, los perfumes podían ser lo que su creador quisiera y no nacían por una demanda popular. Eran los grandes creadores quienes, decidían lo que las mujeres vestirían y a lo que olerían. Pero a partir de los años sesenta, con la irrupción de los jóvenes en la escena social, tanto perfumes como moda, comenzaron a cambiar para irse acomodando a la forma de ser de los individuos.

La revolución en contra de lo establecido también tocó a la perfumería, comenzaron a surgir perfumes casuales, para el día a día de la mujer trabajadora o para momentos más íntimos y románticos (no olvidemos que la revolución fue también sexual). Por ejemplo, Alliage, de Estée Lauder nació como una fragancia sport, Charlie de Revlon era la fragancia para la mujer urbanita y trabajadora, y para los hombres, los aromas con Musk eran los más socorridos por su carga de sensualidad.

Durante la primera década del siglo XX, los perfumes podían ser lo que su creador quisiera y no nacían por una demanda popular. Eran los grandes creadores quienes, decidían lo que las mujeres vestirían y a lo que olerían.

En los años setenta, los perfumes estaban creados para atraer, para seducir y provocar como el revolucionario Opium de Yves Saint Laurent. Durante los años ochenta, los perfumes tenían que ser excesivos casi invasivos como Giorgio Beverly Hills, Poison de Christian Dior, Paloma Picasso u Obsession de Calvin Klein.

La década de los 90, fue la calma tras la tormenta de los excesos ochenteros, los perfumes, igual que la moda, apostaban por el minimalismo. Las fragancias fueron más osmóticas, puras, antisépticas, de ahí perfumes como Horizon de Guy Laroche, CK One, Paco de Paco Rabanne.

Con la llegada del nuevo milenio sucedió lo que históricamente era de esperar: hubo un poco de caos, un poco de volver a probar todo lo anterior, pero dándole una vuelta. Por ello, este ha sido el siglo de las múltiples versiones de una misma fragancia, de la reformulación de perfumes clásicos y de explorar nuevos terrenos olfativos como las fragancias absolutamente sintéticas. Es el caso de los perfumes de Comme des Garçons, las fragancias “gourmand” que evocan aromas de comida o bien, el rescate de aromas clásicos con un giro más moderno, como sucede con los perfumes de Oud.

Si bien hoy en día las fragancias reflejan el espíritu creativo de la casa de moda que las crea, ya no pretenden ser islas a las que pocas personas accedan. Hoy, las fragancias buscan gustar, a un público que sabe lo que quiere, que las espera y las intuye…. porque ya las desea. Hoy cualquier individuo sabe que ahí fuera existe una fragancia que va a complementarle.

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