Philippine Courtière

Philippine Courtière estudiaba Derecho cuando unas prácticas en una perfumería cambiaron el rumbo de su vida. Nunca ha sido capaz de explicar qué fue exactamente lo que desencadenó esa revelación, pero sin duda fue un momento decisivo. Sus padres trabajaban en perfumería y a Philippine siempre le interesaron sus creaciones, así que el punto de inflexión no fue casual, pero sí inesperado.
Philippine también tiene fuertes lazos con el mundo de la moda. Su abuelo, Jaques Rouet, contribuyó al lanzamiento de la casa Dior. Philippine fue su primera nieta y la llevaba con él a todas partes. Le transmitió su tendencia a la superstición, pero también su experiencia, su perseverancia, su carácter enérgico y un sólido sentido de la confianza en sí mismo. Enseñó a Philippine que "la fuerza de voluntad y el trabajo duro te permiten hacer realidad tus sueños".
A la perfumista le apasiona su trabajo. Sin retos se aburre fácilmente. Practicó ballet y luego equitación con la misma dedicación, hasta que un accidente de esquí la obligó a bajar el ritmo.
Se lanzó a conocer Dubai con la misma pasión, estudió árabe y abandonó Francia para descubrir un mundo nuevo que enseguida captó su interés. Para ella, la "folie des grandeurs" de Oriente Próximo era un sueño. "En Dubai, cada fin de semana son vacaciones y todo es un pretexto para la fiesta y el exceso". Pero, aunque ahora viva en Dubai, sigue siendo parisina "por excelencia" y quizá ame aún más esta ciudad por haberla dejado.
Sería difícil encajar a Philippine en cualquier categoría. Una parisina que vive en Dubai, deportista entusiasta y epicúrea, es extremadamente independiente y tiene una mente inquieta. Es una ávida lectora y una astuta coleccionista de arte. Ninguna categoría sería lo suficientemente rica para esta artista polifacética y polifacética mujer: sólo se la puede describir como única.