Los dólares estadounidenses tienen un olor inconfundible, aunque algo evolutivo y ambiguo, con notas de algodón entintado, carteras de cuero, cajones metálicos de dinero y cientos de palmas sudorosas, en una complejidad que evoluciona y cambia con el tiempo, a medida que el dinero circula. Utilizamos billetes nuevos, aunque no sin circular, centrándonos en la nitidez del papel cargado de tela y la tinta. El resultado es un aroma ligero y limpio, con suficiente tinta para que resulte inconfundible el dinero, en billetes estadounidenses.