EPIDOR

El trigo maduro se mecía ayer con la brisa veraniega. Las rubias gavillas yacen ahora esparcidas por el suelo y los jornaleros han llenado sus sacos de yute con el dorado grano. Las muchachas de la aldea dejan sus hoces y, en los cofres sombreados, sacian su sed en el arroyo. Esta noche bailarán para celebrar el final de la cosecha. Mientras la oscuridad desciende sobre los campos, cierran los ojos por un momento, dando paso a sus sueños.