Como ya hemos comentado en más ocasiones, el sentido del olfato conecta directamente con las emociones.
Hay algo en los aromas que nos transporta a momentos especiales o simplemente a sensaciones conocidas. Más allá de creencias y supersticiones, es innegable que los aromas rara vez nos dejan indiferentes, no hay más que ver los usos de algunas fragancias como la lavanda. Este característico aroma se utiliza desde tiempos ancestrales para calmar y relajar, pero no es el único.
Diversos estudios confirman que la lavanda ayuda a reducir el estrés y relajar los sentidos, es por ello que no sólo se utiliza con fines terapéuticos cuando vamos a disfrutar de un masaje o un tratamiento de belleza, sino que algunos establecimientos utilizan el aroma de lavanda para conseguir ese efecto tranquilizador entre sus potenciales compradores, que mientras recorren la tienda bajan sus niveles de estrés.