Para Olivier Creed, cada fragancia es mucho más que un aroma: es una huella, un momento congelado, una emoción que trasciende el tiempo con una elegancia atemporal.
Olivier Creed es ante todo un artista. Heredero de un saber hacer ancestral transmitido de padres a hijos durante siete generaciones, lleva consigo la herencia de una casa fundada en 1760. Sin embargo, la perfumería nunca ha sido una carga, sino más bien un campo de expresión, un lienzo sobre el que pinta sus visiones olfativas. Creador instintivo, hizo malabarismos con pinceles y frascos, dejando vagar su imaginación entre materiales nobles y recuerdos de viajes lejanos.
Desde los 18 años, abrazó plenamente su destino, consciente del colosal aprendizaje que requiere este arte. Trabajó sin descanso, esforzándose por estar a la altura de sus mayores. De estos laboriosos comienzos nacieron obras maestras: Green Irish Tweed, Silver Mountain Water, Love in White… fragancias que encarnan su genio creativo y su búsqueda de lo absoluto. Junto a su hijo Erwin, recorrió el mundo en busca de las esencias más preciadas, extrayendo tesoros de la India, Bulgaria y Madagascar para sublimar sus composiciones.