Nelly Hachem-Ruiz

Para Nelly, la felicidad es el perfume que fija las impresiones sensoriales que se desvanecen demasiado rápido, las experiencias maravillosas que son la esencia misma de la vida y que se acaban demasiado pronto El perfume tiene el poder de evocar a los seres queridos incluso después de la muerte El perfume es la infancia, la fuente, donde todo empezó.
En cuanto conoces a Nelly, comprendes su visión del perfume, una conexión muy íntima con el perfume que impulsa sus creaciones. Nelly es muy acogedora, muy espontánea y muy generosa. Está dispuesta a compartir abiertamente sus experiencias, su círculo y su vida. Monta paredes de fotografías en arreglos muy organizados con profusión de colores. En casa, sus paredes están cubiertas de caras sonrientes. En la oficina, las fotos son de lugares cuya esencia desearía poder embotellar Álbumes de fotos en sus armarios. En su teléfono, en su cartera. Le encanta capturar la felicidad por miedo a que se le escape de la memoria y quizá no sea posesiva con su felicidad, quizá la saboree brevemente y la transmita. Nelly vive una vida de un blanco deslumbrante, rodeada de un halo colorido de momentos capturados, y eso es lo que utiliza para componer sus fragancias. Eso, y la certeza de que el tiempo pasa.
Nelly dedicó a la perfumería tanta energía, perseverancia y determinación como antes a la natación. Después de que de niña le aterrorizara el agua, fue nadadora de competición durante seis años. La experiencia le enseñó el espíritu de equipo y a esforzarse al máximo para batir su marca personal: "El objetivo era siempre ir más rápido y más lejos, aunque no lo pareciera todo el tiempo. Cuando estás corriendo no sabes dónde estás, si cerca del final o no, sólo piensas en ir más rápido. Esos años me ayudaron a convertirme en la mujer que soy hoy".