Marypierre Julien
Creció en el sur de Francia y recuerda el olor de la lavanda en la ropa de cama seca de su abuela, en las baldosas de terracota limpiadas con esencia y jabón de Marsella, y en sus manos cuando ayudaba a su madre a tejer cestas de lavanda.
"Elaborar un perfume es un proceso de equilibrio y delicadeza, pero también se trata de la magia de hacer feliz a alguien".
La lavanda hizo que Marypierre Julien quisiera ser perfumista. Creció en el sur de Francia y recuerda el olor de la lavanda en la ropa de cama secada al sol de su abuela, en las baldosas de terracota limpiadas con esencia y jabón de Marsella, y en sus manos cuando ayudaba a su madre a tejer cestas de lavanda. Esta sensación edificante y romántica es la que plasma en sus fragancias. Llevan su firma de luminosidad y resplandor y también muestran su habilidad para revelar algo inesperado en las notas más familiares.
