"La fragancia ayuda a la gente a ser más feliz. Te hace estar más vivo".
Los aromas de la infancia de Caroline Sabas en Grasse son de los más deliciosos del mundo. El aroma de los campos de flores -rosa, jazmín, lavanda y mimosa- llegaba hasta su casa. "Había tanto que oler", recuerda. "Todos los años pasaba una temporada en el macizo del Tanneron, rodeada de mimosas. Todavía está muy presente en mi cerebro y es increíblemente poderoso".
Caroline empezó a entrenar su olfato en el laboratorio de su padre, donde comenzó su idilio con el mundo de las fragancias. Con raíces en el negocio de la perfumería, era inevitable que ella misma experimentara la industria, asistiendo finalmente a la escuela de perfumería en Versalles, en el ISIPCA.
No importa el proyecto ni las notas, Caroline sigue creando desde la emoción pura, con la pasión y la honestidad como protagonistas. Sus versátiles diseños, llenos de autenticidad y de una amplia gama de sentimientos, dan vida a cada creación.