Las fórmulas de Benoist no son sino tapices sensuales, de viajes lejanos, brisas marinas y sabores extraordinarios que perduran en el paladar. De hecho, Benoist confiesa que parte de su inspiración toma la forma de viajes pasados, en los que se deleita "conociendo gente, disfrutando de los placeres, las delicias y los tesoros locales".
"Me siento cerca de la naturaleza y me encanta respetarla".
Las fórmulas de Benoist no son sino tapices sensuales, de viajes lejanos, brisas marinas y sabores notables que perduran en el paladar. De hecho, Benoist confiesa que parte de su inspiración toma la forma de viajes pasados, deleitándose con "el encuentro con la gente, el disfrute de los placeres, las delicias y los tesoros locales". Naturalmente, la cocina también despierta la imaginación de Benoist, sobre todo a la hora de descubrir ingredientes que incorporar a sus composiciones olfativas, desde los cítricos de Bachès hasta las especias de Roellinger. De hecho, Benoist recuerda con cariño haber trabajado con chefs de renombre como Alain Passard: "Abordábamos los ingredientes alimentarios como notas de cabeza, corazón y fondo, para recrear una orquesta sinfónica". Esta sensibilidad casi musical se refleja en las propias creaciones de Benoist, en las que cada acento va escalando hasta alcanzar un crescendo bello y complejo. Su proceso creativo consiste en lograr un equilibrio entre esta sensualidad y una frescura que imita las sensaciones de "inmensidad, libertad y fuerza" del océano. De hecho, Benoist se esfuerza por cristalizar la "sensación de bienestar" que asocia a la navegación y el submarinismo, o el "efecto espectacular y asombroso" que imagina sentir pilotando un avión, planeando en los cielos infinitos. "Me siento cerca de la naturaleza y me encanta respetarla", señala Benoist, cuyos diseños figurativos abrazan el misticismo natural y la creatividad experimental.
Roberto Cavalli
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