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Annick Ménardo

Una fragancia es buena cuando el acorde me sorprende. Los pilares están ahí, se responden unos a otros, veo el patrón, siento la melodía.

Se la ha llamado "oscura" por su gusto por lo quemado, desde el regaliz de Lolita Lempicka hasta el té alquitranado de Bulgari Black. Pero también se la puede ver de verde o malva -el anís y el heliotropo son sus notas favoritas- o vestida de rojo, como su diabólico Hypnotic Poison, cuyo frasco en forma de manzana evoca tanto la fruta prohibida como el árbol del conocimiento. ¿Acaso las hadas de Grasse, a un golpe de ala de su Cannes natal, revoloteaban sobre su cuna? Menardo está dotado de un sentido musical de los acordes, de la melodía de una composición.
Cultivó ese don en ISIPCA, la escuela internacional de perfumería, cosmética y aromas alimentarios con sede en Versalles, donde recibió clases de Isabelle Doyen, y después en Créations Aromatiques (ahora Symrise) con su mentor Michel Almairac. De 1991 a 2018 trabajó en Firmenich. El 5 de noviembre de 2018, Annick une sus fuerzas a Symrise para embarcarse en una nueva aventura. Un regalo que también puede entenderse como una ofrenda. En una industria que busca la originalidad al tiempo que exige a los perfumistas que escuchen las demandas de sus clientes, ella compone sus fragancias para los que saben escuchar.

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