"Me gusta viajar sola, porque me permite ver las cosas de otra manera y acercarme a la gente con más facilidad".
Chispeante y espontánea, Alexandra Monet es la personificación de la alegría de vivir. A los 13 años, su curiosidad la llevó a descubrir los programas del ISIPCA. Recuerda a los grandes perfumistas de la época -como Françoise Caron- que la apoyaron en su desarrollo profesional y a los que sigue estando muy unida. Su pasión creció y Alexandra centró sus estudios en hacer de la perfumería su profesión.
El amor por su profesión llevó a Alexandra a Munich, Alemania, durante 6 años. Quería empezar su carrera viviendo en la cultura alemana, con su reputación de orden y estructura, en consonancia con su propio carácter. Sus creaciones reflejaban entonces una cierta expresión de equilibrio y organización. Apreciaba todo lo que ofrecía la capital bávara, con su vida fácil, lejos de la violencia y el estrés. Pero es en París donde Alexandra se siente realmente en casa, rodeada de sus amigos y su familia, con los que le gusta pasar el tiempo. Le encanta el ambiente de las grandes ciudades, que le da la sensación de no estar nunca sola. Es la energía que más le gusta. Además de París, a esta urbanita también le gustan Nueva York, Singapur, Dubai y Hong Kong. Su arquitectura le da vértigo. Por la noche, los corazones de estas ciudades cautivan con su constante actividad, casi como la de un hormiguero, ¡como si estas ciudades nunca durmieran!
A Alexandra le encanta viajar. Esta escapada de su vida cotidiana alimenta su creatividad. Le gusta descubrir nuevos sabores y olores, y también conocer gente nueva. "Me gusta viajar sola, porque me permite ver las cosas de otra manera y acercarme a la gente con más facilidad. Las historias y los recuerdos de los viajes son una forma maravillosa de inspirar mi imaginación olfativa". Uno de sus destinos de viaje más maravillosos es la India; es un lugar que le encanta y que ha visitado muchas veces, encontrándolo un país de grandes contrastes. "Allí puedes encontrar tanto los olores más horribles como los más extraordinarios a la vez; colores sombríos como los más vibrantes y brillantes".
En cuanto a sus recuerdos de infancia sobre la fragancia, saborea la memoria de los perfumes que llevaban sus padres: Eau Sauvage para su padre y Diorella para su madre. Alexandra ama profundamente estas dos creaciones del perfumista Edmond Roudnitska y señala su gran recuerdo de ellas como prueba de que su sensibilidad y conciencia olfativa empezaron muy pronto.
A Alexandra le gusta cocinar. Para ella es un reto creativo revisar la cocina cotidiana, innovar y jugar con diferentes combinaciones de ingredientes. Alexandra es una persona instintiva y generosa tanto en la vida como en su trabajo, con una marcada inclinación por lo inesperado.