Suave, cálido y lujosamente dulce, el aroma de la vainilla es fácilmente una de las notas más reconocibles de la perfumería. Se usa mucho en acordes de ámbar, ya que combina amorosamente con notas de calidez y sensualidad. Es suave y delicadamente especiado, con facetas animales.
El lujoso aroma de la vainilla deriva de la planta de vainilla (vanilla planifolia), que es originaria de México. Hoy en día, la vainilla se cultiva principalmente en Indonesia, Madagascar, México, las Islas Comoras, Tahití y China. Se dice que las vainas de vainilla solo despiden su perfume después de haber “sudado” bajo paños de lana durante meses. A medida que su aroma flota y se suaviza, comienzan a formarse cristales de vainilla, creando la fragancia que conocemos y tanto nos gusta. El concreto, el absoluto y el resinoide se producen a través de un proceso de extracción con solventes volátiles.
Los aztecas tenían debilidad por una serie de ingredientes lujosos, incluida la vainilla, la cual usaban para darle sabor a las bebidas de cacao. Las delicias de la vainilla mexicana se introdujeron en Europa y sus colonias en el siglo XV, pero tendrían que pasar otros tres siglos hasta que la vainilla llegara al Océano Índico, Madagascar, la Isla Reunión y las Comoras.
México
Cuando llegó por primera vez a Madagascar, el insecto responsable de polinizar la planta de vainilla no estaba presente. Como resultado, la polinización fue realizada a mano por mujeres conocidas como "casamenteras". La vainillina es el aroma natural que se desarrolla en las vainas de vainilla durante su procesamiento como especia. Es encantadoramente fragante, con un aroma similar a la vainilla y un sabor que evoca el azúcar de vainilla. Una ventaja es que la vainillina se puede fabricar a un precio moderado en comparación, ya que un kilo de vainas de vainilla enteras vale alrededor de 1000 €; mientras que el kilo de vainilla en polvo vale 400 € y un kilo de sabor artificial de vainilla líquido costará a penas 45 €. La vainillina sintética es idéntica a la molécula que se encuentra en las vainas de vainilla, tanto en su complejidad y riqueza como en su aroma natural.
El mejor homenaje a Shalimar es, sin duda, el que hizo Ernest Beaux, creador del N°5 de Chanel, quien exclamó: "Con este paquete de vainilla, solo hubiera podido hacer un sorbete, mientras que Jacques Guerlain lo convirtió en una obra maestra!".
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