Como no es posible extraer el aceite esencial de una piña, la nota se reproduce sintéticamente utilizando moléculas como el caproato de alilo, con su distintivo aroma afrutado similar al de la fruta.
A pesar de su duro exterior, la pulpa dulce de la piña nos ha embelesado durante milenios. Se cree que sus orígenes están en las selvas tropicales de Brasil, donde se cosecharon para después llegar a América del Sur y Central. Cuando Cristóbal Colón se topó con la piña en el siglo XV, deleitó sus papilas gustativas de tal manera, que la fruta lo acompañaría en sus viajes, y así fue introducida de manera gradual en climas cálidos de todo el mundo.