El jacinto, el epítome de la primavera, es una nota intensamente verde de dimensiones húmedas y vegetales. Se mezcla suavemente con las fragancias y es un fijador apreciado en el arsenal de los perfumistas, conocido por agregar una nota verde acuática a los acordes florales blancos. Sus facetas dulces pero especiadas se asemejan al fuerte aroma de las hojas recién trituradas.
La nota de jacinto es demasiado cara cuando se produce a partir de ingredientes naturales y crudos, por lo tanto, los perfumistas inteligentes la reproducen sintéticamente. Hoy en día, es casi imposible conseguir la versión natural, pero no será necesario, porque la versión sintética es igual de buena.
Con una fábula bastante intensa de amistad y traición, la mitología griega cuenta la historia de Apolo y Jacinto, dos divinidades unidas por la amistad, que jugaban al disco. Enfurecido por los celos, Céfiro, el dios de los vientos, golpeó a Jacinto en la cabeza, matándolo al instante. Naturalmente, Apolo quedó afligido y decidió honrar a Jacinto cultivando jacintos con la sangre de su amigo fallecido. A partir de entonces, el aroma del jacinto se convirtió en sinónimo de eterna juventud.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Germaine Cellier inventó una nueva familia floral: el Floral verde. Vent Vert contiene una sobredosis de 8% de gálbano, apoyado por el Jacinto, en una frescura viva y muy natural.
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