La civeta es valorada por sus habilidades altamente fijadoras; mezclando y equilibrando notas en algunas de las fragancias más seductoras del mundo. En su forma natural, la civeta es un aroma profundamente penetrante, fecal e intensamente animal, pero cuando las manos experimentadas de los perfumistas lo diluyen y manipulan, el ingrediente se transforma, dando un brillo seductor y una calidez a las notas florales. Por razones éticas, la civeta casi siempre se reproduce sintéticamente (recreada con civetona) y se usa con mayor frecuencia en perfumería de prestigio.
La civeta es un gato salvaje carnívoro con un pelaje amarillo grisáceo y un diseño único de marcas negras, similar a las martas. Las glándulas de las civetas se vaciaban una vez por semana durante un proceso bastante cruel para recolectar la codiciada secreción y luego ser purificada mediante un proceso de extracción con solventes. Hoy en día, se recurre a las sustancias sintéticas para sustituir esta práctica obsoleta.
La captura de civetas para aprovechar sus efectos fijadores embriagadores es un proceso que data de este milenio. Hace mucho tiempo, se enviaba la civeta sin refinar en cuernos de cebú lo suficientemente grandes como para transportar de 500 a 1200 gramos de esta sustancia amarilla, parecida a una pasta que se oscurecía y endurecía con el tiempo. Si se extrajera de una sola civeta, se habría tardado hasta cuatro años en extraer una cantidad tan grande.