FANGO E PESCA

La fragancia que cae. Hay una bendición cansada de un árbol siempre enfermo. Cada paso se hunde en su verdad, entre mis dedos tengo el melocotón, aún caliente del sol. La fina piel se abre, cede, la boca se llena de miel líquida y raíz. Ya no hay distancia entre lo que cae y lo que queda en la piel. La memoria alimenta ese aliento que huele a hogar.