Maestros de las fragancias, los perfumistas que sentaron las bases de la perfumería moderna
Fascinante y complejo, el mundo de la perfumería no se entendería ni habría evolucionado de la misma forma sin la aportación de los maestros perfumistas, quienes han sido capaces de marcar épocas y estilos con sus creaciones. Estos virtuosos del perfume, conocidos como “narices”, poseen un talento excepcional que va más allá de la creatividad. Su formación es rigurosa, y su capacidad para reconocer miles de olores, asombrosa.
Convertirse en un “nariz” requiere años de estudio en química y botánica, por ejemplo, así como un entrenamiento olfativo que permita identificar y combinar esencias con precisión milimétrica. Y, aunque hoy en día existen escuelas de formación para perfumistas, este oficio tiene mucho de autodidacta. La inquietud personal ha dado lugar a grandes firmas de perfumería como es el caso de Penhaligon’s que nace en 1870 gracias al interés y al talento innato para componer esencias de William Henry Penhaligon que supo trasladar sus conocimientos sobre los cuidados en torno al afeitado y al grooming masculino al universo de la perfumería, creando fragancias tan exclusivas como para conquistar a la Corte Real británica.
El trabajo de un perfumista es complejo y sacrificado e implica largas horas de prueba y error para alcanzar la perfección. Hoy recordamos a cinco grandes maestros perfumistas que han supuesto un hito en la historia del perfume.
François Coty y la democratización de la perfumería
Descendiente de Isabel Bonaparte, tía del emperador, a François Coty (1874-1934) también se le conoció como “el Bonaparte del perfume” y es considerado un pionero de la perfumería moderna. Su talento y visión revolucionaria transformaron la industria del perfume gracias a su aguda comprensión del negocio, haciendo que los perfumes fueran accesibles para un público más amplio, más allá de la alta sociedad.
Coty entendió que la perfumería no solo dependía de la propia esencia, sino también del diseño o el etiquetado. Esta perspectiva integral lo llevó a crear frascos innovadores en colaboración con artistas como René Lalique. Otros aspectos cruciales en su desarrollo profesional fueron su formación en Grasse, cuna de la perfumería, y su relación con el farmacéutico Jacqueminot.
Entre sus creaciones más emblemáticas se encuentra su primer perfume, La Rose Jacqueminot, inspirado en la rosa de la que se enamoró en Grasse, seguido por L'Origan en 1905, que inauguró la subfamilia de perfumes florientales.
En 1917 lanzó Chypre, una fragancia que popularizó esta familia de perfumes y dejó una huella duradera en la industria. Además, su complejo industrial, Cité des Parfums, situado a las afueras de París, empleaba a miles de trabajadores y ofrecía innovaciones sociales como guarderías dentro del complejo. Coty no solo creó fragancias, sino que también estableció estándares que perduran en la perfumería actual.
François Coty impulsó la democratización de la perfumería, haciéndola accesible a un público más amplio.
Jacques Guerlain, pionero de la familia ambarada
Perteneciente a la tercera generación de la familia Guerlain, Jacques Guerlain (1874-1963) es uno de los perfumistas más influyentes de la historia, conocido por su habilidad para concebir fragancias opulentas y sofisticadas. Introdujo el uso de la vainilla y otras notas ambaradas en la perfumería occidental, transformando el panorama olfativo de su época. Guerlain consolidó la reputación de esta casa como una de las más prestigiosas del mundo, combinando tradición y vanguardia en cada una de sus obras.
Entre sus creaciones más míticas se encuentra Shalimar, inspirada en la historia de amor entre el emperador Shah Jahan y Mumtaz Mahal, L'Heure Bleue, que captura la melancolía del atardecer, Mitsouko, una composición que equilibra magistralmente la nota de melocotón con el musgo de roble.
Ernest Beaux y el amor por los aldehídos
Célebre por su colaboración con Coco Chanel, Ernest Beaux (1881-1961) es la nariz responsable de Chanel Nº5, el primer perfume en utilizar una sobredosis de aldehídos en su formulación, lo que le otorgó su característico perfil de olor a limpio.
Cuenta la leyenda que, cuando Chanel encargó a Beaux una creación con las mejores calidades de rosa, jazmín e ylang-ylang, los aldehídos debían añadirse en pequeñas dosis para simular el carácter enfleurage que se perdía con los métodos modernos de extracción. Sin embargo, durante la preparación de las muestras, los aldehídos se incorporaron por error en una dilución diez veces mayor de la prevista, realzando su protagonismo en el perfume. Esta fuerte presencia de los aldehídos en el acorde floral dio como resultado que, por primera vez en la historia, una de las notas principales de un perfume no se basara en un olor natural, un accidente fortuito que convirtió a Chanel Nº5 en una fragancia revolucionaria.
Edmond Roudnitska y las fragancias frescas
Formado en Grasse, Roudnitska (1905-1996) fue pionero en la creación de fragancias frescas y acuáticas, como la icónica Eau Sauvage, de Dior, que es ya todo un clásico de la perfumería masculina, o la que quizá sea su obra maestra, Diorissimo, por su delicada y auténtica representación del muguet (lirio de los valles), una flor extremadamente difícil de capturar en un perfume. Para ello se valió de un enfoque innovador al combinar ingredientes naturales y sintéticos. Su creación fue un acto de amor y dedicación hacia su esposa, Thérèse, quien amaba el lirio de los valles.
Autor de otro perfume legendario, Femme de Rochas, contemplaba la perfumería como una forma de arte y su trabajo ha sido una fuente de inspiración para generaciones de perfumistas.
“El perfume es invisible. Las personas no lo ven, pero lo sienten. Cuando alguien lleva un perfume y se va, queda algo de esa persona en la habitación”, Jacques Polge.
Jacques Polge, guardián de una gran marca
La llegada de Jacques Polge (1943) a Chanel en 1978, donde fue perfumista jefe hasta 2015, marcó el inicio de una nueva era en la creación de fragancias icónicas como Coco en 1984, una composición oriental especiada que celebra la opulencia, o Coco Mademoiselle en 2001, que ofrece una reinterpretación fresca y juvenil del clásico. Y alcanzó el éxito con otras tantas como Égoïste, Bleu de Chanel, Chance y Allure.
Polge se formó en Grasse y compaginó sus estudios de literatura y lengua inglesa con su trabajo en una sociedad que elaboraba perfumes para diferentes couturiers. La casualidad hizo que esta sociedad necesitara un nariz para su filial en Nueva York y que Polge fuera el candidato perfecto por su dominio del idioma.
El perfumista, ahora jubilado, adquirió experiencia trabajando en París para Roure-Bertrand-Dupont, empresa que se fusionó con Givaudan, antes de entrar en Chanel, donde debutó con Antaeus y tuvo la oportunidad de versionar el clásico de los clásicos, Chanel Nº5, el Nº5 Eau Première, una composición más actual, fresca y fácil de llevar.
Su visión del perfume: “El perfume es invisible. Las personas no lo ven, pero lo sienten. Cuando alguien lleva un perfume y se va, queda algo de esa persona en la habitación”.